No tengo nada en
contra de los “AudioBooks” al contrario, los veo como un salvamento para esos
amantes de apasionados de la poesía, los que atreves de los libros se
transportan al pasado a vivir las vidas históricas o esos que la realidad es
tan común que la ficción es la mejor estancia. Que ya el día a día se ha vuelto
tan complicado que una “apps” es la alternativa en el metro, caminando o en la
oficina para escuchar los libros.
Pero, a donde
voy es, ¿a dónde queda el pasar la página? El sonido que hace una hoja al rozar
la otra? ¿Y esa sensación que dá el saber la continuación de la página
siguiente? El olor del papel nuevo o el viejo, el doblar y desdoblar la punta
de una hoja utilizada para marcar una pausa.
Para mí la
lectura no es solo el contenido, es también parte de ella, lo que nos rodea y
los detalles que suceden uno tras otro
al momento que decidimos o nos “atrevemos” a tomar un libro.
Es cierto que los audioBooks vinieron a socorrer a los amantes
de las lecturas en un momento donde sacar una hora del día a día se ha vuelto
casi imposible, pero tampoco creo que su objetivo sea alejarnos de nuestro amor
a los libros. Es como tener a tu novia o a tu esposa esperándote en el parque y
la dejes plantada porque te pasaste el día viendo fotos de ella en la computadora.
¿Me captan?
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